VIII
Es el obsequio del sereno árbol blanco: pálido tronco de invierno rezagado, inmaculado: sin hojas, solo brazos, acaso dedos pronunciados al cielo; sobre su copa la paz de los pájaros, como tan tibio fulgor del meridiano.
“Todo viernes entierra un jueves” y cada jueves intento publicar algo.
Es el obsequio del sereno árbol blanco: pálido tronco de invierno rezagado, inmaculado: sin hojas, solo brazos, acaso dedos pronunciados al cielo; sobre su copa la paz de los pájaros, como tan tibio fulgor del meridiano.
El ojo ciego hacia todas partes. Sin embargo, ese no sería el mayor placer encontrado en los túneles del nivel más profundo de la Tierra. Suponía que el resto de los habitantes caminaban en la superficie bajo el chillante sol; hasta que su cuerpo tropezó con otro.
Siete colores atraviesan la espuma cual cielo en el mar.
La calle hervida, sol y lluvia la cocen; soledad canta.
Y los tomó a todos, uno por uno, cortándoles el miedo con la paz de un sueño que les crecía dentro. Su enorme sombra humillaba al tiempo y huían como crías del absurdo. La muerte era una bestia hermosa que hería de silencio.
The Earth dance around these smoke’s feet… they disappear.
Una mañana el sol salió por el oeste.
La cenicienta caja de hormigón ruge su crepúsculo.
Llegó a casa cansado luego del último turno y comenzó por la última página del diario que leía antes de dormir. En una nota pequeña leyó su nombre al final, junto al de sus compañeros fallecidos en el incendio de la noche de ayer.
Todo el abismo dentro de una semilla, noche con alas.